El aullar de los lobos era desesperante y por la cabeza de aquel personaje viejo, sucio y barbudo merodeaban miles de recuerdos de dichas pasadas, recuerdos que hablaban de aquel hombre, recuerdos de aquellos tiempos menos duros, en los que la vida era algo más importante, cuando el hombre era considerado aun como algo especial e importante para el universo. De pronto, sin realmente saber como, aquel hombre se encontraba ante las inmensas puertas del cementerio, que a esas horas no era mas que un silencio sepulcral, que haría temblar inclusive al más valiente de los hombres, pero ni siquiera eso amilano el corazón de aquel viejo que viéndose ante las entradas mortales del cementerio decidió a entrar al cementerio que se encontraba bajo la luz de la luna, y las miradas de los espectros, pero lo único esta vez en la mente de aquel viejo era aquella vieja tumba, aquella tumba vacía en la que debían reposar su cuerpo, fétido y maloliente.
Luego de un largo caminar, por fin llego a la vieja tumba, una tumba sin lapida ni flores, que demostraba el paso del tiempo y el desinterés, cada vez mayor, del hombre por su pasado, e inclusive mechas veces por su futuro, demostraba la supervivencia de un hombre estúpido, que vive una vida rápida y sin goce, una vida a un dios pagano como lo es la tecnología, y a una religión como la información. Una religión cada vez más absorbente que lo único que hace el volver al hombre una maquina mas, y por lo tanto reemplazable. La tumba había casi desaparecido por completo, como casi todas las del cementerio, que también hablaba mucho de glorias pasados, pero aun más de derrotas presentes.
Se encontraba el viejo sumido en sí mismo, cuando un estruendo lo saco de su trance, cuando se dio la vuelta para ver que había sido, se encontró con un hombre encapuchado. Un relámpago estallo a lo lejos y la luz los alumbro un segundo, tiempo suficiente para lograr ver su cara cadavérica, y una inmensa tranquilidad lleno todo su cuerpo, y de pronto una luz cegadora, los lleno y luego de eso silencio... silencio... silencio. Un silencio sepulcral fue lo único que quedo, y un vago recuerdo de una persona y una humanidad.